a) Al participar de esta misión, el discípulo camina hacia la santidad. Vivirla en la misión lo lleva al corazón del mundo. Por eso, la santidad no es una fuga hacia el intimismo o hacia el individualismo religioso, tampoco un abandono de la realidad urgente de los grandes problemas económicos, sociales y políticos de América Latina y del mundo y mucho menos, una fuga de la realidad hacia un mundo exclusivamente espiritual.
b) A los sacerdotes, les alentamos a das testimonio de vida feliz, alegría, entusiasmo y santidad en el servicio del señor.
c) De los que viven en Cristo se espera un testimonio muy creíble de santidad y compromiso. Deseando y procurando esa santidad no vivimos menos, sino mejor, porque cuando Dios pide más es porque está ofreciendo mucho más: “¡no tengan miedo de Cristo! Él no quita nada y lo da todo”.
d) Hoy, más que nunca, el testimonio de comunión eclesial y la santidad son una urgencia pastoral. La programación pastoral ha de inspirarse en el mandamiento nuevo del amor.
e) Son los laicos de nuestro continente, conscientes de su llamada a la santidad en virtud de su vocación bautismal, los que tienen que actuar a manera de fermento en la masa para construir una ciudad temporal que este de acuerdo con el proyecto de Dios. La coherencia entre fe y vida en el ámbito político, económico y social exige la formación de la conciencia, que se traduce en un conocimiento de la doctrina social de la iglesia.
1. Promover la conversión madura y constante a Jesucristo, nuestro Señor y Salvador.
2.Promover una Receptividad Personal Decisiva a la Persona, Presencia y Poder del Espíritu Santo
3.Promover la Recepción y Utilización de los Dones Espirituales No Sólo en la RCC sino tambien en la Iglesia en toda su Extensión